Cuando se acerca la hora de tramitar la pensión, muchas personas voltean a ver su salario, pensando que con incrementarlo en los últimos años será suficiente. Pero hay un error común en esa lógica: olvidar que bajo el régimen de la Ley 73, no solo importa el cuánto ganas, sino cuánto tiempo llevas cotizando. Este artículo te ayudará a entender por qué las semanas cotizadas construyen cimientos más sólidos para tu retiro que cualquier aumento repentino en tu salario, y por qué empezar a cuidarlas desde hoy es una decisión estratégica.
La Ley del Seguro Social de 1973, aún vigente para muchas personas nacidas antes del 1 de julio de 1997, establece que tu pensión se calcula en función de dos elementos clave:
El salario promedio de los últimos 5 años (250 semanas)
Las semanas cotizadas totales
Aunque ambos influyen en el resultado final, las semanas determinan:
Si puedes acceder o no a una pensión (mínimo 500).
Cuánto aumentará el porcentaje que se te paga sobre tu salario promedio.
Cuántos años de conservación de derechos tendrás si estás dado de baja.
Esto convierte a las semanas cotizadas en una especie de “columna vertebral” de tu pensión.
Hay quienes tienen buenos ingresos, pero no logran pensionarse por una razón: no llegaron a las 500 semanas. Peor aún, algunos pierden sus semanas por errores de afiliación o lagunas en su historial.
Cuando esto ocurre, no importa cuán alto sea tu salario: no hay pensión sin semanas suficientes.
Por ejemplo:
Si dejaste de cotizar hace muchos años y tu conservación de derechos expiró.
Si tu CURP o NSS está mal capturado y el IMSS no te reconoce como asegurado válido.
Si tuviste un empleo informal sin cotizar durante mucho tiempo.
Las semanas cotizadas no solo son el pase de entrada a la pensión: también definen cuánto recibirás. A partir de las primeras 500 semanas (que otorgan una cuantía básica), cada año adicional aumenta tu porcentaje, según la tabla del Artículo 167 de la LSS. Es decir:
+1 año cotizado = +% adicional sobre tu cuantía
Cuanto más tiempo hayas trabajado de forma continua, mayor será tu pensión, aunque tu salario no haya cambiado drásticamente.
Esto significa que una persona con salario moderado pero una carrera larga y estable, puede tener una pensión superior a alguien que ganó más solo al final de su trayectoria.
Muchas personas creen que si suben su salario en los últimos 5 años, automáticamente recibirán una pensión muy alta. Esto tiene varios problemas:
Si no alcanzas 250 semanas a ese salario, el promedio se diluye.
Si aumentas el salario, pero cotizas menos semanas por baja o informalidad, el efecto se reduce.
El salario tiene un tope de cotización (actualmente 25 UMAs por día), por lo que no se puede elevar sin límite.
Además, la inflación y el costo de vida pueden hacer que ese esfuerzo no rinda frutos si no va acompañado de una historia laboral sólida.
Caso A: Javier, 64 años, 2100 semanas, salario promedio de $700 diarios
Su pensión estimada puede superar los $25,000 mensuales.
A pesar de no haber ganado cifras millonarias, su trayectoria continua y formal lo respalda.
Caso B: Arturo, 60 años, 560 semanas, salario de $1,800 diarios
Aunque su salario es alto, al tener pocas semanas solo accede a la pensión mínima garantizada (~$6,000 mensuales).
Su esfuerzo reciente no logra revertir la falta de base histórica.
Estos ejemplos muestran por qué las semanas cotizadas no se improvisan.
El otro factor que muchas veces se subestima es el riesgo de perder semanas por:
Inconsistencias en tu CURP o nombre (por ejemplo, un acento o apellido omitido).
Trabajos que no registraron tus cotizaciones (sobre todo en el IMSS antes del 2000).
Cambios de NSS o duplicidades.
Estas fallas pueden hacer que el IMSS no reconozca semanas que sí trabajaste. Y si no haces correcciones a tiempo, puedes quedar por debajo del umbral de las 500 semanas o tener menos años de conservación de derechos.
Sin entrar en herramientas específicas, hay acciones preventivas que no implican un trámite formal, pero que te preparan para el momento en que lo necesites:
Consolida tu historial de semanas desde el portal del IMSS.
Verifica que tu NSS y CURP estén correctamente registrados.
Revisa tus altas y bajas laborales pasadas.
Lleva un control personal de tus cotizaciones si trabajaste en múltiples empleos.
Estas medidas te permitirán detectar errores con tiempo y tomar decisiones más estratégicas para completar o robustecer tus semanas si es necesario.
Ambos factores son importantes, pero en el largo plazo, las semanas son más determinantes por tres razones:
Te otorgan acceso y estabilidad legal para pensionarte.
Aumentan gradualmente el monto que puedes recibir, sin depender de topes máximos.
Son más difíciles de recuperar una vez que se pierden.
En cambio, el salario tiene efectos importantes, pero está limitado por:
Tope máximo (25 UMAs).
Condición de tenerlo durante mínimo 250 semanas.
Posibilidad de ser revertido si hay errores en el reporte del patrón o bajas inesperadas.
Invertir en un salario alto solo en los últimos años no compensa décadas de informalidad o lagunas laborales. En cambio, cuidar tus semanas desde hoy es un acto de inteligencia previsional.
Como los cimientos de una casa, no se ven, pero lo sostienen todo.
Antes de pensar en subir tu sueldo, asegúrate de que tus semanas cotizadas están completas, correctas y bien registradas. Es el mejor punto de partida para asegurar tu pensión.